domingo, 3 de junio de 2007

Un espacio par compartir historias del barrio y del colectivo imaginario y popular.

EN MI BARRIO HAY CUATRO ESQUINAS QUE GUARDAN EL RECUERDO
DE CUATRO MUERTES OCURRIDAS EN FORMA TRAGICA

En muchas casas hay recuerdos de muertes y velatorios, y es natural que así sea.
En toda esquina o cuadra, algún memorioso puede recordar un accidente o una muerte.

Pero hay cuatro esquinas en el Barrio Sur, que marcan una maldita cardinalidad, una nefasta coincidencia que ha determinado para interrogantes sin respuestas, que en aquellas cuatro esquinas opuestas por sus ochavas, murieran personas jóvenes, y en forma violenta.
A partir de la Avda.Gral.López y en dirección al sur, la Avenida Freyre se transforma en calle, y de una sola mano.
Es al final de esa primera cuadra, en la intersección con la calle 3 de Febrero, que se encuentran las cuatro esquinas a las cuales habré de referirme.
Allá por los años cincuenta, en la esquina noroeste, estaba ubicada la panadería de Riera, eran famosas sus galletas entrerrianas, el pan galletón y el sabroso pan con chicharrón que allí amasaban, el local tenía un aspecto de panadería antigua, con madera obscura y con estantes sobre los cuales se apreciaban productos envasados de la época.
Con los años, aquel local fue cambiando de dueños y también de ramos.
Cierta vez, llegó un panadero que había vivido en Barrio Roma, le cambió el nombre a la panadería y continuó vendiendo y sirviendo a la gente del barrio.
A los pocos días de haberse instalado allí, vio morir ahogado a su hijito en su pileta de natación.

*

Si desde esa ochava, nos dirigimos a la que está ubicada en la posición Sudoeste, se nos presenta otra que fue destinada a casa de familia, y con un local en el cual funcionó una tienda que perteneció a los moradores de la casa en cuestión.
Fue un hijo de este tendero, muchacho muy joven que iba a su trabajo en una de las fábricas que tuvo Sauce Viejo, que fuera encerrado por un camión y halló la muerte en la ruta.

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Si nos detenemos en la esquina Noreste, hace pocos años había en ella un corralón de venta de materiales para la construcción.
Sus dueños, eran todos nadadores criados en nuestras islas, pescadores y cazadores, que acostumbraban a pasar mucho tiempo durmiendo en carpas, encendiendo fuego y viviendo la vida al aire libre, fuera de sus ocupaciones.
Cierta vez uno de ellos, cayó al río desde una lancha, el agua entró por sus botas de goma y con su peso lo llevó hacia abajo.
Murió ahogado.

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Y por último,-en realidad fue antes, pero he dejado este caso para el final porque es necesario hacer un poco de historia-, nos encontramos con la esquina Sureste, en ella se halla ubicada una gran edificación, hoy está deteriorada pero conserva su majestuosidad, la imaginación colectiva de la gente de los alrededores, le dio el mote de ´´ La casa de los ruidos´´.
Yo la conocí habitada, con sus ventanas abiertas y el sol entrando a través de ellas, he visto a las niñas que allí vivieron , cuando regaban las plantas con flores, haciendo podas, entrando y saliendo, yendo al colegio y regresando riendo y haciendo comentarios.
Conocí sus pisos de madera, encerados y alfombrados, con escaleras y barandas torneadas, con jardín al frente, protegido por altas rejas de hierro.
Siempre se habló de esta casa en medio de un halo de misterio.
Algunos decían que los ruidos solamente se oían al pasar el tranvía, como si al paso de un vehículo tan pesado se accionara alguna pieza anclada bajo los rieles, pero también se decía que los ruidos se oían por las noches, y en momentos en que el tranvía no pasaba por ahí.
Hasta que un día llegó la familia C….con muchos hijos de edades espaciadas entre ellos, decía el padre y en forma optimista, que entre tantos chicos los fantasmas y duendes nada podrían hacer frente a tanta energía positiva.
Pero un día, una de las hijas mayores de aquel matrimonio, se encontraba en Estados Unidos junto a su esposo, cuando recibió una carta en la cual le informaban que uno de sus hermanitos mellizos había muerto, y arrollado por un camión.
Por supuesto que le avisaron cuando todo esto ya había ocurrido.
Fue una pesada tarde de verano del año 1970.
Yo vivía en Buenos Aires, había comenzado mis vacaciones y me encontraba en Santa Fe, durmiendo una siesta de las nuestras…
Mi madre me despertó y me dio la triste noticia.
Ocurrió jugando en la vereda, el triciclo se fue a la calle y el chico intentó subirlo, pero el camionero no advirtió lo que estaba ocurriendo, continuó avanzando, los vecinos estaban como poseídos por una furia demencial y le gritaban, él los miraba sin entender.
Alguien lo siguió y lo alcanzó cerca del Distrito Militar, cuando se lo explicaron, bajó del vehículo y comenzó a darse la cabeza contra las paredes del chasis, lo internaron y a los pocos días murió.
La casa continúa deshabitada desde hace muchos años.
Sin embargo, todos los días a la misma hora se enciende una luz en su frente, y todavía no han logrado venderla.

*

En cuanto a hoy, cada vez que los viejos vecinos recuerdan aquel doloroso suceso, no pueden dejar de hacer una comparación con el Triángulo de las Bermudas.
Cuando todavía estaba en pie el café Copacabana, sobre sus mesas, un hombre hacía gráficos sobre una servilleta de papel.
Unía las cuatro esquinas y formaba lo que él llamaba: Cuadrado de la Muerte.
Hacía notar que dos ochavas enfrentadas mostraban casos de muerte por inmersión, las otras dos, ocasionadas por vehículos.
Aquí cabe preguntarse si obran coincidencias o casualidades….
De cualquier modo, sirva todo esto para reflexionar cuando pase usted por ahí.
Guárdese el lector que ahora esto conoce, y avance con cautela al cruzar esa bocacalle.
No olvide que ese cuadrado encierra un pasado desgraciado.
La Tierra aún hoy, guarda cósmicos secretos, ocurren cosas inexplicables y extrañas, y según dicen….

La Historia es cíclica……

Del libro: El Barrio Sur

Autor: Rodolfo M.Rueda

Santa Fe.MCMXCIX

Esta historia salió en la revista "La Búsqueda" Número 25, año 3 y podés adquirirla pidiéndola al teléfono 0342-4591200 o al 0342-15 4729509, Te la llevamos a domicilio sin recargo o a nuestros vendedores en la calle.